El negocio de la cocaína: dos hermanos reconocieron que vendían y los condenaron a 6 años de prisión
- 21/07/2025 09:07 hs
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Se trata de Brisa de los Ángeles y Maximiliano Porras por el delito de tráfico ilícito de estupefacientes para la comercialización. Los investigadores estiman que tenían una ganancia diaria de 2 millones de pesos.
Son hermanos y estaban al frente de un negocio que les dejaba una ganancia millonaria. Era tanto el dinero que manejaban que tuvieron que comprar una máquina para contar los billetes. En la casa donde vivían, ubicada sobre Ministro Berrondo al 800, tenían un kiosco de cocaína. Pero no era cualquier lugar del barrio Eva Perón: estaba instalado a unos pocos pasos de la escuela Escuela Nº 6 "Luis Roberto Barroso".
Fueron imputados (en febrero de este año) cuando la Justicia Federal de Villa Mercedes reunió las evidencias para acusarlos de haber comercializado sustancia estupefaciente (clorhidrato cocaína y marihuana) de forma organizada.
En el celular de la mujer se encontró evidencia abultada. Pero entre ellas había un particular video. El momento en el que filma a su hermano usando la contadora de plata que habían adquirido y que estaba cero kilómetros. "Qué elegancia la de Francia", se escucha que dice él, en referencia a una adquisición que les demostraba cierto progreso en el negocio. Estimaron los investigadores que, por la afluencia de dinero, en la venta diaria la familia recaudaba aproximadamente $2 millones, entre transferencias, que quedaron registradas en la cuenta bancaria y efectivo, que es incalculable.
La defensa de Maximiliano y Brisa de los Ángeles Porras llegaron a un acuerdo pleno con la Fiscalía Federal y evitaron llegar al juicio oral. Reconocieron que cometieron los delitos en todos los términos endilgados, es decir, se declararon responsables y fueron condenados a 6 años de prisión.
La investigación comenzó cuando la Justicia provincial autorizó allanamientos (en noviembre del año pasado) por una causa por tenencia de armas de fuego a cargo de la fiscal Daniela Torres. El Juzgado Federal intervino después porque entre los secuestros había droga, y la sospecha de que atrás estaba el negocio de la cocaína con varias personas involucradas.
Más tarde el Ministerio Público Fiscal, representado por Danilo Miocevic, corroboró que existía un vínculo, una relación directa, entre estos investigados y Diego “El Gaucho” Funes (ahora detenido como líder de un clan familiar ligado a la organización criminal del sindicalista Juan Carlos Insúa que compraba el estupefaciente a un cartel peruano en Buenos Aires y juntos lo introdujeron en la provincia).
Junto a los Porras cayó el padrastro, Héctor “El Oso” Frías (que tenía la mayor responsabilidad). La droga que vendían, él se la compraba a Funes. Y como quedó pegado a la conducta que desplegaron por muchos años los capos narcos (Funes e Insúa están acusados de ingresar a la provincia 6 kilos de cocaína semanalmente) es que no hubo acuerdo con él. Seguirá en el Servicio Penitenciario Provincial con prisión preventiva.
De manera organizada la banda integrada por Frías y sus dos hijastros se dedicaron a la comercialización de estupefacientes entre el 5 de octubre de 2024 y el día 15 de febrero de 2025, según consta en el acuerdo. Ésta basó su operativa en la compra de la sustancia. Una vez que Frías adquiría el narcótico (era el encargado de comprar la sustancia y buscarla personalmente en la quinta de Funes) el material era fraccionado y ofrecido a los clientes, al menudeo y por mayor.
Se le atribuye a Frías no solo la instalación de bocas de expendio sino de vender bajo la modalidad de delivery. También la de utilizar a una menor para hacer el reparto, y también de suministrarle cocaína a cambio de relaciones sexuales.
Los Porras coordinaron con Frías la venta de material ilícito utilizando su domicilio como punto de venta (situado sobre calle Berrondo), donde además pusieron a resguardo el dinero producido por dicha actividad.
En el acuerdo que firmaron reconocieron también que Funes era el proveedor.
La operativa de comercialización se centraba en el aprovisionamiento de puntos de expendio para la venta al por mayor de sustancia. Surge también que con las ganancias, los integrantes adquirían bienes y servicios, pero también se reabastecían nuevamente abonando el estupefaciente con dinero en efectivo y transferencias por Mercado Pago.
Frías era quien también imponía el precio, actuaba como regente e indicaba las ganancias a los hermanos Porras. En un momento difundió un gráfico (una especie de croquis) para que los clientes no se agolparan en la puerta de su casa y fueran hasta el domicilio de los Porras a comprar.
El rol de los hermanos era subordinado, teniendo en cuenta de que Maximiliano era quien avisaba a los compradores utilizando las frases “yo les estoy avisando” y “acaba de llegar la achura”.