El hombre condenado por el crimen de Walter Darío Gramaglia en 2004 cuestionó el funcionamiento del servicio carcelario en San Luis. Antes, había denunciado a los funcionarios.
Este viernes se cumplen dos meses desde que Alberto Figueroa se fugó sin dejar rastros de la Colonia Penal, en la ciudad de San Luis. El hombre de 61 años estaba alojado en el predio que depende del Servicio Penitenciario y que al menos hasta ese momento no contaba con medidas de seguridad.
12 días después, fue recapturado por la Policía de Buenos Aires en Villa Bosch, mientras viajaba en el auto de su pareja. Después de eso, hoy habló por primera vez.
“Sería muy interesante que me hicieran una nota”, respondió a El Chorrillero, en relación a la fuga que conmocionó a San Luis y sobre todo a la familia de Walter Gramaglia, el kinesiólogo que fue asesinado y por el cual está cumpliendo una condena.
“Me convertí del preso ejemplar al peor”, agregó el hombre en relación a los beneficios con los que contaba por su buena conducta, entre ellos, salidas transitorias y vivir en la colonia agrícola.
Este jueves fue trasladado desde la prisión de máxima seguridad en Pampa de las Salinas (donde permanece alojado desde la recaptura) hasta el Hospital “Ramón Carrillo”. Tenía agendado un turno porque deben extirparle un lipoma en el sector izquierdo del rostro.
Mientras era escoltado por personal del Servicio Penitenciario, Figueroa fue contundente sobre lo que ocurre en el sistema carcelario: “Corrupción, mucha corrupción”.
Mientras estaba prófugo, uno de sus últimos abogados, Héctor Zavala reveló que el hombre había realizado acusaciones contra las autoridades.
“En una denunció la malversación sobre los bienes de la Colonia por parte del Servicio Penitenciario y en otra agresiones verbales y físicas de un agente en particular”, explicó.
También hizo alusión a que Figueroa “había tenido muchas discusiones” con penitenciarios.