El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha dicho que su país «no es favorable» a que Finlandia y Suecia ingresen en la OTAN, aunque no ha mencionado la posibilidad de vetar el proceso de adhesión que ha de ser aprobado por todos los países miembros de la Alianza. Sus diferencias políticas con los países nórdicos sobre la situación de los separatistas kurdos y el temor a que este proceso pudiera debilitar la posición de Turquía como eventual mediador entre Rusia y Ucrania parecen estar detrás de este anuncio que contrasta con la buena acogida que han dispensado los demás miembros de la OTAN a la decisión de estos dos países.
En una comparecencia ante un grupo de periodistas, Erdogan respondió a preguntas acerca de la ampliación de la OTAN y dijo que desde Ankara «seguimos atentamente los acontecimientos relacionados con Suecia y Finlandia, pero no tenemos una opinión favorable», entre otras cosas como represalia al apoyo de Suecia y otros países escandinavos a los militantes kurdos a quienes Turquía considera indiscriminadamente terroristas.
También acusó a la vecina Grecia, también miembro de la OTAN, de utilizar sistemáticamente a la alianza contra su país y por ello «no quisiera que se repita el mismo error».
También existen tensiones entre Turquía y Estados Unidos a raíz de la compra por parte de este país de material militar ruso, algo que no tiene cabida en los estándares militares de la Alianza.
Turquía es un socio fundador de la OTAN y posee el ejército más numeroso después del de Estados Unidos y una posición estratégica respecto al mar Negro pero Erdogan juega frecuentemente a ser el aguafiestas en procesos en los que estima que sus intereses son ignorados directa o indirectamente. Por ejemplo, en todas las relaciones institucionales entre la OTAN y la Unión Europea, la participación de Turquía como miembro de la Alianza representa siempre un problema añadido.
ABC
Foto: AFP