Foto: Risa Krisadhi / SOPA Images/Sipa USA / Cordon Press
En las colinas de Busan, la Aldea Cultural de Gamcheon despliega un mosaico de casas de colores que parecen encajar como piezas de un LEGO. Aunque parezca intencionado, este pueblo nació en los años 50 como un asentamiento improvisado para refugiados de la Guerra de Corea, levantado a golpe de necesidad y sin lujos. Décadas después, en 2009, un ambicioso proyecto de regeneración urbana transformó este barrio humilde en un lienzo vivo, salpicado de murales, esculturas y estrechos callejones que invitan a perderse.
Hoy, Gamcheon es uno de los rincones más fotografiados de Corea del Sur, donde cada fachada cuenta una historia y cada esquina parece conducir a una sorpresa distinta. Lo que antes era símbolo de precariedad se ha convertido en un ejemplo de cómo el arte y la creatividad pueden revitalizar una comunidad sin borrar su pasado, atrayendo a miles de visitantes que buscan ese equilibrio entre memoria y modernidad.