La mariposa veloz balear (Gegenes pumilio) es habitual en algunas zonas del Mediterráneo, pero no se encuentra en la península ibérica. En España, solo se ha documentado su presencia en la isla de Mallorca.
Quien haya deambulado por los bosques del norte de Mallorca es probable que se haya cruzado con muchas mariposas, pero resulta casi imposible que ninguna de ellas sea la mariposa veloz balear (Gegenes pumilio).
Hace ahora 5 años, miembros del Parque Natural de s’Albufera de Mallorca y de la Asociación Española para la Protección de las Mariposas y su Medio (ZERYNTHIA) encontraron en este humedal un ejemplar de este lepidóptero.
La noticia corrió como la espuma entre los conservacionistas, pues, como apuntó entonces la Conselleria de Medio Ambiente en una nota de prensa, se trata de una de las “especies más escasas y desconocidas” del país. No es para menos. Se han documentado muy pocos ejemplares y, curiosamente, todos ellos se limitan a la isla de Mallorca. ¿Qué llevó a estos insectos a sobrevivir solo en esta isla balear? ¿Por qué son tan difíciles de encontrar? Los conservacionistas estudian con detalle los poquísimos ejemplares que sobreviven para dar respuesta a esta y otras preguntas.
La protagonista de esta historia (Gegenes pumilio) es una especie diurna que se distribuye por todo el Mediterráneo, así como por el continente africano y el sur de Asia. Puede encontrarse en distintos puntos del Mediterráneo, por ejemplo, en las islas del Peloponeso. Sin embargo, desapareció casi por completo en regiones más occidentales, como Francia, y nunca ha sido documentada en la península ibérica.
En España solo sobreviven en Mallorca, y cada vez hay menos ejemplares. “Los datos históricos son muy limitados, pero hay registros del siglo pasado que documentan que una persona vio hasta 42 hembras en solo 15 minutos en el norte de la isla”, afirma el conservacionista Yeray Monasterio, presidente de la Asociación Zerynthia, a National Geographic España en una conversación telefónica. Hoy, sin embargo, es extraordinariamente escasa.
Aunque su presencia está documentada en la isla, cada vez es más difícil encontrar. Casi imposible. “En toda mi vida yo solo he visto un ejemplar, y eso es algo muy raro”, afirma Monasterio. Encontrarla es prácticamente una proeza. La última documentada públicamente hasta la fecha se produjo el pasado 15 de mayo, cuando Cristian Rodríguez, trabajador del MUCBO (Museo Balear de Ciencias Naturales), y apasionado de los insectos, detectó su presencia en el Jardín Botánico de Sóller.
¿Por qué son tan excepcionales estas mariposas? ¿Qué ocurre para que solo prosperen en esta isla balear? Y, sobre todo, ¿por qué su número es tan excepcionalmente bajo?
"No sabemos a ciencia cierta qué ha ocurrido, pero deducimos que hay algunas variables que pueden haber contribuido a su decrecimiento”, sostiene Monasterio, quien aduce que entre las posibles causas de esta debacle podrían estar los cambios de usos de la agricultura, además del cambio climático, un factor ‘comodín’ que se ceba con muchas otras especies, pero que puede haber sido especialmente cruel con estos lepidópteros.
Lo más curioso de todo es que no se hayan documentado casos en la península ibérica. Existe una especie común muy parecida, llamada Gegemes nostrodamus, distribuida por distintas regiones de la península, entre ellas las sierras de la Comunidad de Madrid. Pero, en España, fuera de Baleares no hay ni rastro de Gegenes pumilio. “Se han hecho numerosos estudios científicos para documentar si algunos de los ejemplares recolectados en la costa son de la especie balear, pero nunca se ha podido confirmar que lo sean”, explica Monasterio, quien argumenta que probablemente la especie balear sea un poco más sensible a las temperaturas, en altitudes de como máximo 200 metros. “Al final son especies distintas, con muchos matices que desconocemos y que influyen en su rareza y en su conservación”.
Además de estar confinadas a Mallorca, cada vez hay menos ejemplares. ¿Por qué ocurre? Yeray Monasterio y su equipo barajan otra hipótesis que apunta a la hormiga argentina (Linepithema humile), una especie invasora procedente de Argentina, Paraguay y el sur de Brasil, hoy omnipresente en la península ibérica, especialmente en Mallorca, donde es extremadamente abundante, sobre todo en las zonas costeras.
"Nuestra hipótesis es que estas hormigas están depredando sobre las orugas de esta especie, que no pueden levantar el vuelo y escapar de los depredadores”, explica el conservacionista, quien puntualiza, sin embargo, que su equipo todavía no ha podido corroborar esta hipótesis. “Por supuesto, esto no solo afecta a la mariposa veloz balear, pero esta especie parte de altos niveles de vulnerabilidad que la han convertido en una mariposa fantasma”, explica.
A estas causas habría que añadir otros factores que están afectando de manera similar al resto de la fauna. Entre ellos, los cambios en el modelo de agricultura. “Muchos de los lugares en los que se observó el año pasado eran zonas agrícolas con una agricultura de baja intensidad, de economía familiar, explotaciones que ahora se han convertido en fincas de almendros, de algarrobos o de olivos, donde el suelo está completamente limpio por la acción de los herbicidas”, afirma Monasterio.
Todavía no sabemos qué está acabando con esta discreta mariposa casi imposible de ver en estado salvaje, pero de momento se han empezado a dar pasos que resultan clave para evitar su extinción completa. El último hito ha sido incluirla en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, algo que se ha logrado a propuesta de ZERYNTHIA, en la categoría máxima, ‘en peligro de extinción’, la misma que la del lince ibérico. Un paso fundamental para salvar a esta discreta pero preciada mariposa balear, que, a pesar de su escaso número, sigue teniendo un alto valor como bioindicador de los ecosistemas forestales en los que habita. Salvarla es una prioridad absoluta.