El actor contó que fue víctima de abuso e invitó a todos a una profunda reflexión sobre aquel episodio que aconteció en el pasado
En charla con Carmen Barbieri en el programa Mañanísima, el actor Gerardo Romano reveló una serie de hechos que ocurrieron cuando apenas tenía 12 años, y de los que aseguró que recién ahora puede hablar sin problemas, luego de varios años de silencio.
“No lo conté en su momento siendo chico, pero hace unos años lo conté, me curé, y puedo hablar de todo sin problemas. Hice un proceso de deconstrucción, una palabra que inventó un filósofo francés, en la que habla de que todo lo que va conformando nuestra personalidad. Después, se puede hacer el desmontaje de por qué somos como somos, por qué nos manejamos como nos manejamos”, comenzó su relato Romano, respecto de lo vivido en la infancia.
“Lo importante es educar y aleccionar a los chicos, no tener una cuestión oscura, impenetrable. El cuerpo es algo prohibido, un tabú, no se puede tocar, todo es pecado. Y entonces uno queda envuelto en un mar de dudas cuando podría tener las respuestas antes, y cuando llega el momento no deseado, con un abusador, saber dónde está parado, qué está bien y qué está mal, y cómo reaccionar”, sostuvo.
Barbieri le señaló que para eso existe la ley, ante lo que el actor aseguró: “Cuando en un colectivo te entra a manosear un tipo sin tu consentimiento, ahí no hay ley, no hay ningún cartel que diga: ‘Tranquilo que esto es ley, el señor que te está tocando el miembro está equivocado’. Pero vos después, ¿a quién le contás la historia?”.
Consultado por Estefi Berardi sobre si llegó a hablar del caso con algún familiar, Romano aclaró: “No me acuerdo. No creo haberlo contado. Cuando estaba en condiciones de contarlo, ya no me importaba, ya era un adulto”. Y se explayó: “Yo era chiquito. Me fue a buscar al colegio. Salí con un amiguito que se llamaba Marcelo; miré y estaba en la vereda de enfrente. Me saludó con una inclinación de cabeza sutil y empecé a caminar y me empezó a seguir. En esa época tomaba el trolebús para ir hasta Santa Fe y Austria. Tendría 12 o 13 años”.
Tras ello, el abusador desapareció, lo que provocaba una cuota de alivio en aquel joven Gerardo Romano. Lamentablemente, al día siguiente volvió a ocurrir lo mismo. “Volvió a aparecer y a seguirme. Caminaba por Libertad hasta Santa Fe, por Santa Fe a Paraná, y por Paraná hasta Arenales; volví por Arenales hasta el centro, caminaba a toda velocidad para escaparme, para que me perdiera de vista. Hasta que empiezo a transpirar, agitarme, asustarme, me doy vuelta y veo que viene a 20 o 30 metros con una sonrisa macabra”.
“De repente veo que vienen por mi vereda dos policías de uniforme caminando hacia mí y me agarro de ellos, los abrazo y me pongo a llorar. Les cuento lo que me pasa y cuando preguntan cuál era el tipo lo señalo; estaba caminado como para Retiro. La policía lo agarra de cuatro zancos, lo dieron vuelta, le doblaron un brazo y les digo: ‘No era él, perdón, me equivoqué', en el susto señalé a otro”, recordó el actor sobre aquel episodio.