El salto de una ballena jorobada frente a la costa de Port Stephens (Australia) es uno de los espectáculos más asombrosos de la naturaleza. Pese a su masa de hasta 30 toneladas, el animal logra emerger casi por completo del agua desafiando la física. El salto revela una energía desbordante y una agilidad inesperada en un cuerpo tan colosal. Este comportamiento tiene varias funciones: puede ser una forma de comunicación, una estrategia para desparasitarse, una exhibición de fuerza en época de apareamiento o, simplemente, un acto de pura y simple diversión.
Sus saltos no solo sorprenden a los observadores humanos, sino que también llegan a otras ballenas que pueden detectar el sonido del impacto a muchos kilómetros de distancia. Las ballenas jorobadas son grandes viajeras y recorren miles de kilómetros cada año entre las aguas frías donde se alimentan y las cálidas zonas de cría. Los saltos y golpes con las aletas y la cola se convierten así en una forma de lenguaje y en una estrategia de cohesión grupal.