Relato de un buscador de oro a los pies de la Cordillera y en los ríos de San Luis

Los actuales hombres que van en busca de la quimera del oro lo hacen como un hobbie, un esparcimiento que a la vez le permita encontrar “una aguja en un pajar”. Cortan litros y litros de agua de arroyos que nacen del deshielo de la cordillera o hacer pasar el detector de metales por las orillas hasta que un sonido les permita creer que están frente una veta de oro.

Uno de ellos es Sergio Zubarán, de 54 años. Este barbero/peluquero de Federación, Entre Ríos, comenzó con la actividad hace 4 años y se fue metiendo de a poco también en forma autodidacta con videos que se encadenaban uno detrás del otro en Youtube. 

Según comentó, inició con esta actividad para salir de la rutina, buscar aventura, estar en contacto con la naturaleza, alejarse del ruido y encontrar su paz interior. 

El primer hallazgo de oro fue en el río Uruguay en un pueblo que se llama Mina de los Corrales, a 350 kilómetros de su ciudad. En la zona había una vieja mina y trabajaron en los arroyos que la rodean. 

Cuando La Vuelta del Perro se contactó con Sergio, estaba camino a La Carolina, San Luis, donde también realizó hallazgos y sacó el premio mayor de 10,4 gramos. En otros ríos encontró diamantes. “Esta actividad se transformó en una pasión”, aseguró.

Explicó cómo es el trabajo de la búsqueda y aseguró que sus viajes son absolutamente rentables ya que ganó 10 veces más de lo que gastó.

Qué no puede faltar en el viaje de Sergio.