La vicepresidenta Cristina Kirchner declaró como testigo en la causa que investiga su intento de asesinato en la mañana del 2 de septiembre, en el living de su departamento de Juncal y Uruguay, frente a la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Rívolo. Apenas catorce horas antes de esa declaración, ese lugar había sido el escenario en donde buscaron matarla. Ella nunca se dio cuenta que le habían puesto un arma en la cara, según lo reveló en aquella oportunidad.
La causa dio un giro desde aquel momento, con detenciones, pruebas claves de intentos de asesinatos anteriores y la sospecha sobre quiénes más podrían estar atrás del ataque. Pero lo que se conoce ahora, a través del procesamiento de Fernando Sabag Montiel y de Brenda Uliarte, la pareja acusada de tentativa de homicidio calificado, es el relato que hizo la vicepresidenta de lo que vivenció aquella noche, cuando llegó desde la sede del Senado aquel 1 de septiembre y se encontró con un grupo de militantes en su casa que venían a saludarla. Entre esos simpatizantes, estaba el hombre que intentó matarla.
“Cuando vine acá luego de salir del Senado, la gente me estaba esperando a la salida de casa con cánticos, apoyo y libros para firmar. Cuando bajo (del auto), hago un trayecto y la gente se forma en un semicírculo sobre la calle Juncal. Yo comienzo a caminar, saludo a la gente y muchos de ellos traen libros para que se los firme”.
“Cuando estaba dando la vuelta por la calle Juncal, veo que alguien revolea un libro. Es la primera vez que me pasa desde que presenté el libro. Nunca me pasó que revoleen un libro. Cuando pasa eso, me agacho a agarrarlo. Cuando me levanto, veo que se arma un tumulto de personas que agarran a una persona.”.
La vicepresidenta hizo hincapié en que justo el día anterior había habido un incidente con un repartidor en la puerta de su casa. “Ahí recordé que el día anterior un repartidor había agredido a una persona de mi custodia y pensé que era un caso similar. Luego, termino el círculo, firmo unos libros más y entro a mi domicilio”.
“Cuando venía en el ascensor, mi secretario Diego Bermúdez estaba muy nervioso y me dijo que creía que había habido un arma porque había escuchado un clic. Cuando llegamos al domicilio, nos sentamos en el comedor diario, vimos las imágenes y constatamos lo que había ocurrido”, dijo.
“Ahí me empiezo a enterar lo que había pasado, que esta persona es brasilero y seguí obteniendo información de esa manera, es decir, a medida de lo que iba surgiendo”, reseñó.
El fiscal Carlos Rívolo le preguntó si al momento del tumulto escuchó algún comentario del círculo de la custodia que le indicara alguna actividad a seguir. A esa consulta, la ex jefa de Estado respondió: “en ese momento personal de mi custodia me dijo ‘vamos vamos’ porque me quería alejar del túmulo y ahí terminé el círculo, firmo los últimos libros y subo”. “Reitero, solo me di cuenta del hecho cuando lo vi por televisión”, añadió.
Su testimonio fue solo uno de los que se escucharon en la causa. Además de los policías que participaron en el operativo y de los militantes que corrieron a Sabag Montiel cuando se quiso escapar, la jueza escuchó con atención las palabras de Bermúdez, el secretario de CFK.
Bermúdez había salido con la vicepresidenta desde el Senado y llegaba en auto a su casa. “En el ingreso al edificio se encontraba la militancia, ella los saluda y en un momento se cae un libro al piso, ella se agacha, yo también y en ese momento veo que una mano pasa por delante de la cara y siendo como un “clic”, en ese momento diferencié que era el gatillo de un arma, yo sentí un “clac”.
El secretario agregó: “en ese momento vuelvo a mirar y veo a la persona que hizo esto que está retirando algo, no me doy cuenta que es un arma, a él lo llego a ver de frente, tenía un barbijo puesto, cruzamos miradas, vuelvo a mirarla a ella, nunca me doy cuenta que era un arma, veo que está bien pero que empezó a haber mucho nerviosismo en la gente que estaba alrededor y me doy cuenta en la mirada del hombre y por sus gestos que hizo algo malo“.
“En ese momento lo encaro directamente a él, lo que hace es levantar las manos en alto, en ese momento no tenía nada en las manos y cuando lo intercepto a él, empiezo a escuchar a alguien que me dice ‘tiene un fierro en la mano’ -le dijo a los investigadores-. Yo lo que hago es palparlo en su cintura y no tenía nada, cuando lo agarro se le tiran varios militantes que estaban ahí y empieza a rumorearse que tenía un fierro. La veo a ella bien y empiezo a buscar el fierro en el piso y había muchos pies juntos y no lo puedo visualizar. Yo nunca vi el arma hasta ese momento”.
Según explicó, “vuelvo, me acerco a ella y a la custodia y le empiezo a decir a ellos que hay que sacarla y que manden gente. Ella toma otra dirección porque no advierte la peligrosidad del hecho ya que parecía una cuestión menor como una discusión de militantes o algo por el estilo… me quedo hablando con la custodia que la asistía y miraba para atrás y veía que lo habían agarrado al chico y que lo tenían controlado”.
Entraron al edificio, Cristina se quedó en el departamento y Bermúdez volvió a bajar. “Veo que tienen en el piso a una persona reducido a la persona que palpé en la cintura. Luego, doblé por Juncal porque estaba buscando al jefe de la custodia que era Gallo y Pellegrino y me dicen que estaban a resguardo del fierro. Ahí veo el arma, era un arma corta, entre negro y plateado”.
De la reconstrucción de los policías y los militantes se confirma un detalle: a Sabag Montiel lo rescató la policía de los simpatizantes de Cristina Kirchner que lo habían seguido, atrapado y golpeado. “Lo separamos de las personas que forcejeaban con él mientras él decía ‘yo no hice nada, me pegaron’” -dijo el comisario César López Rinaldi-. Yo ahí vi que tenía como sangre en uno de sus ojos, por lo cual decido, luego de hacer el cacheo preventivo, apartarlo por la calle Uruguay y vamos donde había una entrada de autos. Ahí lo sentamos y se acerca la gente de la custodia de la Vicepresidenta. Volvemos a tomarle todos los datos, en ese lugar donde tenía parado mi móvil. Le pregunto a esta persona qué le había pasado y siempre me dijo ´'me pegaron’ y ‘yo no hice nada’, pero se la notaba muy tranquila”.
Infobae