Comenzó el juicio por el femicidio de Zoe Pérez: acusaciones cruzadas, tensión en la sala y testimonios que estremecieron
- 02/12/2025 08:19 hs
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En la primera jornada hubo planteos de las defensas, duros alegatos del fiscal y la querella, y declaraciones conmovedoras sobre las últimas horas de la adolescente de 17 años. Adrián Rodríguez y Leandro Oses llegan con un pedido de prisión perpetua.
Por Antonella Camargo
El juicio por el femicidio de Zoe Abigail Pérez comenzó este lunes en la ciudad de San Luis bajo un clima cargado de tensión, acusaciones cruzadas y emociones desbordadas entre los familiares de la víctima. Ricardo Adrián “El Gringo” Rodríguez, de 33 años, y Leandro Joel Oses, de 26, enfrentan cargos por abuso sexual con acceso carnal seguido de muerte y llegan al debate privados de su libertad.
El debate inició mientras familiares de la víctima realizaban una concentración en el ingreso al Poder Judicial. Con carteles e imágenes de la adolescente expresaron el único pedido: justicia por Zoe.
El Tribunal está integrado por Eugenia Zabala Chacur, Adriana Lucero Alfonso y Fernando De Viana. En la sala estuvieron el fiscal de Juicio, Fernando Rodríguez, el querellante Esteban Bustos, los defensores Andrés Fernández y Guillermo Sánchez Pagano por Rodríguez, y Guillermo Levingston por Oses.
Un inicio turbulento: planteos, acusaciones y un Tribunal que marcó el tono
Levingston, volvió a requerir la exclusión de Bustos por un presunto prevaricato bajo el fundamento de que el querellante intervino como abogado de Oses en causas previas.
Fernández y Sánchez Pagano adhirieron al planteo, mientras que Bustos pidió que sea desestimado bajo el argumento de que eran falsedades y de “una intención maliciosa tendiente a entorpecer el inicio del debate”. El fiscal Rodríguez dijo que “en este expediente no existe ninguna constancia de prevaricato” e instó a continuar con el desarrollo de la audiencia.
Tras un cuarto intermedio, Zabala Chacur recordó que el incidente “fue oportunamente resuelto por la jueza de Garantía” y advirtió que traerlo nuevamente “podría incitar al error del Tribunal”. Luego hizo una advertencia a las partes de cara a lo que resta del debate: “Ha habido una falta de buena fe y lealtad procesal de todas las partes, a excepción de la Fiscalía”.
Acto seguido, el Tribunal prorrogó la prisión preventiva de ambos imputados hasta el final del juicio.
Alegatos: un relato crudo del fiscal y defensas que buscan sembrar dudas
El fiscal Rodríguez abrió los alegatos con una exposición exhaustiva de la reconstrucción del hecho. Repitió textualmente el tramo central del requerimiento de elevación a juicio, describiendo que entre las 5 y las 7 de la mañana del 20 de febrero de 2024, en el departamento de calle Inti Huasi 1028, Rodríguez y Oses “sometieron sexualmente a la adolescente Zoe Pérez (…) produciéndole la muerte por enfisema traumático secundario a un síndrome asfíctico por sofocación”.
El fiscal anticipó además que planteará como calificación alternativa homicidio agravado por criminis causa y femicidio.
Repasó con detalle la secuencia de la noche del 19 y madrugada del 20: los mensajes insistentes de Rodríguez a las 21:45, la salida del Club Pringles cerca de las 22:40, el paso por la Plaza Saludable, el ingreso al departamento minutos después de la medianoche, la ingesta de alcohol, los videos y fotos captados entre las 4:25 y 4:27, el pedido de bebidas a la 1:38 y su llegada a las 2:34, el estado de ebriedad de Zoe, el inicio del acoso, el violento forcejeo y la asfixia final.
“Vamos a demostrar cómo intentaron manipular la escena, cómo elaboraron coartadas durante horas y cómo mintieron sistemáticamente”, adelantó.
La querella acompañó esa línea. “Soy una de las tantas voces que hoy tiene Zoe”, comenzó Bustos. “A Zoe se la quiso callar, pero no pudieron. Su voz está en cada declaración y en cada lesión que ambos imputados presentaron y que les dejó Zoe en su intento desesperado de seguir viviendo”.
En consonancia, dijo que demostrará que “los dos imputados estaban en tiempo, modo y lugar en el momento de la muerte” y cerró: “Hoy Zoe nos pide justicia”.
Las defensas, en cambio, expusieron cuestionamientos y dudas sobre la investigación y las evidencias recolectadas. Fernández indicó que “no existe certeza de que la muerte haya ocurrido dentro de la vivienda” y que las lesiones de Zoe “son de vieja data”.
Criticó el allanamiento, la recolección de pruebas y el uso de los teléfonos. Tuvo en cuenta que Rodríguez “siempre estuvo a disposición” y que “fue quien comunicó el hecho”. Sánchez Pagano reforzó la posición: “No toda muerte de una mujer es femicidio. Eran amigos, no hay violencia de género”.
La defensa de Oses aseveró: “No existe un solo elemento que ubique a mi pupilo en un hecho ilícito. Vamos a demostrar su total inocencia”.
Sostuvo que las lesiones que presenta su defendido “están lejos de ser compatibles con un homicidio” y que la hora y la mecánica de la muerte están “altamente discutidas”.
La primera intervención
La primera testigo fue Ramona del Carmen Funes, la primera policía en ingresar a la casa. Contó que la mañana del hecho estaba a cargo de la guardia en la comisaría cuando llegó Rodolfo Figueroa, profesor de gimnasio de Zoe, para avisar que en una vivienda del barrio Barracas había una chica sin vida. Al mismo tiempo, la guardia recibió un mensaje informando que Sandra Mora -la madre de Zoe- acababa de denunciar que su hija estaba desaparecida.
Funes llegó al lugar junto a otros tres efectivos: dos quedaron en la puerta y ella ingresó con una compañera siguiendo al profesor. En el acceso había un hombre parado, que se identificó como Rodríguez, y que él mismo las hizo pasar a la vivienda.
Explicó que atravesaron un ambiente tipo cocina-comedor y que al fondo, en el dormitorio, vio el cuerpo de una adolescente boca arriba sobre la cama. Recordó que Rodríguez les transmitió que la había encontrado tirada en el piso del comedor y que la llevó hasta la habitación para intentar reanimarla. Contó que la menor tenía puesta una prenda oscura sobre la parte superior del cuerpo, un jean y zapatillas, y que, aunque no se acercó a constatar signos vitales, para ella estaba sin vida.
Describió que le llamaron la atención varias cosas: marcas en el cuello de la víctima, sangre en una mano y en las zapatillas, la boca entreabierta con zona enrojecida, el cierre del pantalón sin levantar y la tela húmeda, con restos de un material parecido a tierra o arenilla. Y que ese material no parecía ser barro, sino “tierra con humedad”.
Sobre Rodríguez, relató que lo vio muy nervioso, con la voz temblorosa, repetía que Zoe era “muy amiga” y señalaba constantemente una hoja de cúter. Dijo que pese a su nerviosismo no lo vio llorar ni mostrar angustia y que insistía una y otra vez en la versión de que la encontró tirada en el comedor.
Por último, se refirió a un allanamiento en el domicilio de Oses, donde observó desorden general, restos de comida, ropa recién lavada y una toalla con manchas que parecían sangre.
“Me arrancaron un pedazo del corazón”
El hermano de Zoe, Nahuel Mora fue el segundo testigo de la jornada y su testimonio marcó uno de los momentos más cargados de emoción en la sala. Frente al Tribunal, reconstruyó minuto a minuto cómo comenzaron las horas de angustia para su familia la mañana del 20 de febrero, cuando su madre lo despertó insistentemente porque no podía encontrar a Zoe.
Contó que la primera llamada la recibió alrededor de las 7 y que su madre volvió a comunicarse a las 8, ya desesperada, preguntándole si su hermana estaba con él. Fue en ese momento cuando comenzó a enviar mensajes para averiguar dónde había estado y con quién. Al escribirle a Oses, recibió como respuesta que él la había acompañado una hora y media antes hasta “un punto del pueblo”, a cuatro o cinco cuadras del domicilio de Rodríguez, y que luego ambos se habían separado.
Minutos después, Nahuel decidió ir personalmente hasta la casa de Rodríguez. Llegó cerca de las 9:10, que golpeó durante largos minutos y que, pese a insistir y llamar en voz alta a su hermana, nadie respondía. Rodríguez demoró media hora en aparecer y solo asomó la cara. Allí le dijo que Zoe “hacía rato se había ido”.
Nahuel relató que salió a recorrer el pueblo en busca de su hermana. Media hora más tarde recibió una llamada de su madre, avisándole que “no tenían buenas noticias”. Contó que al llegar a la comisaría encontró a sus padres llorando y que, al comunicarse con el profesor de gimnasio, escuchó la frase que lo derrumbó: “A tu hermana la mataron”. En ese momento, quebrado, describió que se “vino abajo” y la sala también reaccionó con lágrimas de los familiares presentes.
Ante los jueces, expresó que desde ese día sintió que le “arrancaron un pedazo del corazón” y que siempre pensó que una sola persona “no podría haber hecho lo que le hicieron” porque su hermana sabía defenderse y era fuerte físicamente. Subrayó que Zoe tenía lesiones “por todos lados”, que confiaba en Rodríguez y Oses porque entrenaban juntos y que incluso le había contado que ambos le habían “tirado onda”, pero que ella solo quería una amistad con ellos.
“Quiero que se haga justicia por ella”, expresó al finalizar, señalando que su hermana tenía una vida de proyectos por delante, que trabajaba, estudiaba y hacía muchas actividades. Cerró afirmando que esas dos personas “le quitaron su derecho a vivir” y que su familia necesita que Zoe pueda “descansar en paz”.
La amiga que advirtió la intensidad de Rodríguez y buscó a Zoe cuando ya no respondía
Sofía Martínez, amiga muy cercana de Zoe, reconstruyó ante el Tribunal los últimos contactos que tuvo con ella y aportó un contexto clave sobre la relación previa entre los imputados y la víctima. Contó que se conocían desde hacía más de tres años, que compartían colegio y actividades deportivas, y que Zoe le había confiado más de una vez que “El Gringo” mostraba un interés que ella no correspondía.
Relató que Rodríguez era “muy intenso con los mensajes”, que le hacía regalos y buscaba acercarse con insistencia. Para Sofía, él tenía intenciones afectivas hacia Zoe, pero la adolescente “solo lo quería como amigo” y lo dejaba claro. También sabía que Oses le había “tirado onda”.
Sobre la noche previa al crimen, Martínez explicó que ambas estuvieron juntas en el gimnasio y que Zoe le comentó que, después de entrenar, iría a ver un partido de vóley con Rodríguez y otros chicos. El plan siguiente era pasar por la casa de Sofía para retirar una mochila. Sin embargo, en la madrugada del 20 de febrero, cuando comenzó a enviarle mensajes para saber si iba a llegar, nunca obtuvo respuesta. Eran cerca de las cinco de la mañana.
Después de ir al gimnasio, mientras continuaba la búsqueda de Zoe, decidió ir a la casa de Rodríguez -a quien previamente le había escrito sin obtener respuesta. Al llegar y luego de golpear, la puerta se abrió sola, ingresó y Rodríguez apareció desde el fondo.
Sofía rememoró que lo vio “tambaleando, con olor a alcohol y los ojos rojos”. Le preguntó directamente por Zoe. Rodríguez le contestó que Oses la había acompañado hasta un punto del pueblo, que ella volvió al domicilio para buscar algo, y que después “se habría ido con otro chico”.
15 minutos después, recibió la llamada de Figueroa avisándole que Zoe estaba muerta.
Los otros testigos y lo que viene
Luego declararon Héctor Di Totto, encargado de la fraccionadora “Dulzura”, quien confirmó que ambos imputados faltaron al trabajo esa mañana; Daniel Osella, propietario del departamento, que afirmó que no era habitual que Rodríguez recibiera visitas; y Ramón Martínez, padre de una amiga que Zoe que fue citado como testigo de procedimientos posteriores.
Tras los primeros testimonios, el Tribunal dispuso un cuarto intermedio. El juicio continuará el martes a las 9 de la mañana.