"Donde hay salmón habrá caos". Este era el lema de Karthik Subramaniam mientras acampaba cerca de la orilla de la Reserva de Águilas Calvas de Chilkat, en Alaska, a la espera de la acción.
Era el último día de su viaje fotográfico de una semana y faltaban pocas horas para que partiera su ferry, pero este ingeniero informático reconvertido en fotógrafo aficionado decidió quedarse un rato más a ver cómo las águilas calvas entraban y salían en picado de los caladeros. Haines (Alaska), un extremo meridional de tierra encajado entre dos ensenadas, acoge cada otoño las mayores congregaciones de águilas calvas del mundo, cuando unas 3000 llegan a tiempo para la carrera del salmón.
Subramaniam se fijó en un tronco donde se posaban unas cuantas. Este lugar ponía a las águilas cerca de la orilla, adonde a veces llegaban sus congéneres con el botín de una caza exitosa: un salmón recién capturado. Cuando aparecía un pez, los espectadores bajaban a por su ración.
Cuando Subramaniam apuntó su objetivo a una rama, se produjo una conmoción: un águila se abalanzó sobre ella, intimidó a su actual ocupante y reclamó el lugar privilegiado. Tituló la imagen "Danza de las águilas" en homenaje a la guerra de dragones de la novela de George R.R. Martin Danza de dragones (quinto libro de la saga de literatura fantástica Canción de hielo y fuego), y la presentó al concurso Imágenes del Año de National Geographic.
Durante años, Subramaniam ha fotografiado paisajes en sus viajes, pero, en 2020, paralizado por la pandemia en su casa de San Francisco, empezó a experimentar con la fotografía de vida salvaje. Recorrió las reservas naturales locales (conduciendo una hora hasta Point Reyes National Seashore y paseando por los parques de la ciudad) en busca de aves y otras criaturas. Al enterarse de que dos águilas calvas anidaban en lo alto de una escuela primaria a dos horas de casa, Subramaniam empezó a ir allí los fines de semana, acampando todo el tiempo que hiciera falta para captarlas volando a cazar.
La paciencia que aprendió a adquirir en ese periodo de prueba dio sus frutos. El viernes 17 de febrero, su fotografía de las águilas en Alaska fue anunciada como ganadora de nuestro gran premio, lo que le valió un lugar en el número de mayo de la revista. Lo que más aprecia Subramaniam de la foto es la tensión del momento. "Abre la pregunta: ¿qué pasó después?", reflexiona. La realidad es menos misteriosa: el águila triunfante se aburrió cuando no apareció ningún salmón y pronto cedió el sitio al siguiente observador hambriento.